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Cuando corremos en pendiente ascendente, algunos de nuestros músculos se ven sometidos a una demanda de resistencia a la gravedad muy superior que cuando lo hacemos en terreno llano. Nuestro cuerpo debe ser impulsado hacia adelante y hacia arriba al mismo tiempo; por lo que nos vemos obligados a aumentar nuestra potencia.

Los medidores de potencia han venido para quedarse, revolucionando el running. Durante años, la frecuencia cardíaca (BPM- beats per minute) era el parámetro que nos guiaba a la hora de entrenar, junto a nuestro ritmo en minutos/km. Así valorábamos nuestro esfuerzo en carrera.

Como entrenador, veo a diario hábitos que tenemos que cambiar en nuestra vida cotidiana para poder afrontar nuestros retos deportivos; que, sin llegar a ser profesionales, sí son de gran exigencia, teniendo en cuenta nuestras exigencias en nuestra vida diaria: trabajo, familia, vida social, etc.

Uno de los grandes retos para los deportistas es conciliar la vida deportiva con la vida familiar y profesional. En muchas ocasiones el deporte queda relegado a un segundo lugar, olvidando que la práctica de cualquier deporte es una estrategia válida para pasar tiempo con los tuyos.

Cualquier excusa es buena para empezar a practicar una actividad física, pero hay que entender que el deporte y el ejercicio físico son dos actividades completamente diferentes.

La nutrición es un factor relevante en la vida diaria y, por supuesto, en el rendimiento deportivo. Hemos escuchado infinidad de veces, "somos lo que comemos". Esto es absolutamente cierto, somos el reflejo de nuestra manera de alimentarnos.

Probablemente no nos guste esta parte de nuestro entrenamiento, especialmente después de una sesión exigente, pero es necesario introducirlo en nuestra rutina diaria por el bien de nuestra salud.