Historias de sudor y montaña en Picos.

19.07.2025

Hay lugares donde el tiempo se detiene y la montaña te obliga a escuchar. Picos de Europa es uno de ellos. Entre sus cumbres, valles y senderos infinitos, cada paso se convierte en un desafío, cada respiración en un aprendizaje.

Durante tres días nos dejamos llevar por la dureza y la belleza de este territorio salvaje. Subidas interminables, descensos técnicos y paisajes que quitan el aliento fueron el escenario perfecto para forjar piernas, mente y espíritu. Este no fue solo un entrenamiento; fue una experiencia que nos enseñó a convivir con el esfuerzo, a respetar la montaña y a disfrutar del camino, aunque las piernas temblaran y el corazón latiera con fuerza.

Aquí comienza el relato de tres jornadas donde el sudor se mezcló con la emoción y el compañerismo fue el motor que nos empujó a seguir. Porque en la montaña, cada kilómetro es más que distancia: es una historia que se escribe paso a paso.


DÍA 1 – Picos de Europa: Primer contacto con la grandeza.

El reloj marcaba temprano, pero la ilusión ya estaba a tope. Desde Sotres arrancamos esta primera aventura con un circuito exigente que nos llevó a atravesar paisajes de postal, donde cada curva del sendero era una invitación a seguir explorando.

Pasamos por lugares icónicos como el Refugio de la Terenosa y el Collado Pandébano, para después encarar tramos técnicos donde el cuerpo y la mente tuvieron que trabajar en equipo. La subida hasta las cumbres fue un reto, pero la recompensa estaba esperándonos, un mar de roca y nubes en el horizonte y la sensación de estar exactamente donde queríamos estar.

La jornada fue dura pero gratificante. Ritmos controlados, muchas risas y ese compañerismo que convierte cada kilómetro en una experiencia única. Aquí no solo se entrena el cuerpo, también se forja la determinación.

En la cima, inmortalizamos el momento con unas fotos que resume todo. Esfuerzo, amistad y pasión por la montaña.

Mañana más… porque cada día en Picos es un capítulo nuevo en esta aventura.

 DÍA 2 – Misticismo y esfuerzo en Covadonga.

La jornada comenzó en un lugar cargado de historia y espiritualidad, Covadonga. Allí, frente a la Santa Cueva, respiramos hondo y nos preparamos para otra etapa de puro trail en los Picos.

El día se presentó con niebla y humedad, un escenario perfecto para poner a prueba la mente y las piernas. Ascendimos con paso firme hacia los Lagos de Covadonga, atravesando verdes praderas, bosques cerrados y caminos serpenteantes que nos iban envolviendo en un ambiente casi mágico.

A medida que ganábamos altitud, la niebla se hacía más espesa, pero eso no nos frenó. Cada metro ganado era un recordatorio de por qué hacemos esto; por la sensación de superación, por las vistas que se abren de repente entre las nubes, y por el compañerismo que nos hace más fuertes.

Las fotos junto a los lagos y en plena subida resumen la dureza y la belleza del día: barro, sudor, risas y la determinación intacta de seguir sumando kilómetros de calidad en la mochila.

Un día exigente en lo físico y enriquecedor en lo emocional. Picos nos sigue enseñando que cada esfuerzo vale la pena.



 Tercer día en Picos de Europa – La montaña como maestra.


El tercer día siempre es especial. El cuerpo empieza a acumular el esfuerzo de jornadas anteriores y cada subida, cada piedra y cada metro de desnivel se sienten de una manera distinta. Aquí, en pleno corazón de los Picos de Europa, no hay lugar para las dudas. O te adaptas, o la montaña te enseña humildad.

Hoy hemos comenzado la jornada con una senda que parecía sacada de un cuento, entre verdes praderas y un valle que nos guiaba hacia lo más profundo del macizo. El aire fresco de la mañana y la niebla jugueteando entre las cumbres nos recordaban que aún quedaba mucho por descubrir.

A medida que avanzábamos, el terreno se volvía más técnico. El sendero se transformaba en roca, y cada paso exigía atención plena. Los bastones se convertían en una extensión de nuestras manos, buscando equilibrio y potencia en las pendientes. Las piernas trabajaban duro, pero la mente, entrenada tras horas de esfuerzo, seguía enfocada en el objetivo.

El momento cumbre del día ha sido llegar a los pies del Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes). Esa imponente pared de roca, tan vertical como majestuosa, nos dejó sin palabras. Una foto en el refugio, risas compartidas y esa sensación de logro que solo se consigue tras horas de esfuerzo continuo. No era solo una parada, era un instante para respirar hondo y grabar en la memoria lo vivido.

El descenso tampoco regaló nada. Roca suelta, senderos estrechos y la exigencia de mantener la técnica con la fatiga acumulada. Aquí es donde el entrenamiento mental marca la diferencia. Seguir concentrados, paso a paso, sabiendo que cada kilómetro suma no solo en las piernas, sino también en la confianza para futuros retos.

Pero si algo define este día no son los datos del reloj, ni los metros de desnivel, sino el espíritu de equipo. Ayuda mutua en los tramos más duros, palabras de ánimo cuando las fuerzas flaqueaban y esa complicidad que se crea solo cuando compartes la dureza y la belleza de la montaña.

Hoy no ha sido solo un entreno. Ha sido un aprendizaje, una lección de resistencia y compañerismo, un recordatorio de por qué amamos este deporte y por qué seguimos buscando nuevos horizontes, aunque el camino sea cuesta arriba.

Y al terminar la jornada, llegó ese momento que da sentido a todo; el paseo tranquilo, el compartir una cena rodeados de historias y risas, los comentarios sobre los retos pasados y los que están por venir. Ese ambiente único que solo se crea cuando la montaña une a las personas más allá del esfuerzo físico.

Quiero dar las gracias a Rafa, Ancor y Roberto. Por el compañerismo, por las conversaciones que hacen que las horas pasen volando, por las bromas que nos recargan de energía y por ser parte de esta aventura que ya queda grabada en la memoria.

¡Gracias chicos!. Hoy no ha sido solo un entreno. Ha sido un aprendizaje, una lección de resistencia y amistad, un recordatorio de por qué amamos este deporte y por qué seguimos buscando nuevos retos.

Mañana será otro día. Más senderos, más montaña, más oportunidades de superarnos. Pero hoy, nos llevamos la certeza de que estamos un paso más cerca de nuestros sueños.

Porque la montaña nos enseña que las cumbres son solo excusas para compartir el camino…que lo más valioso no son los kilómetros recorridos, sino las personas con las que los compartimos…y que juntos, ningún reto es demasiado grande ni distancia imposible.

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